Tuesday, October 05, 2010

Ulises, James Joyce.

Al "Ulises" de James Joyce lo leí cuando estaba en segundo año de secundaria. Fue uno de los muchos libros que me prestaba mi amigo Abel Medina en las maratónicas tertulias en su casa. A la novela calificada como la obra maestra de la literatura del siglo XX no le entendí nada. Pero dejó en mis recuerdos una de las descripciones más bellas que he leído sobre el agua:

"¿Qué es lo que admiró Bloom, amante del agua, chupador del agua, aguatero, volviendo al fogón?

Su universalidad; su democrática igualdad y su naturaleza fiel a sí misma que la lleva a buscar su propio nivel; su vastedad oceánica sobre la proyección de Mercator; su insondable profundidad en la fosa de Sundam en el Pacífico, que excede da las 8,000 brazas; el incansable movimiento de sus olas y partículas de la superficie, que visitan por turno todos los puntos de sus orillas; la independencia de sus unidades componentes; la variabilidad de los estados del mar; su hidrostática calma en tiempo de bonanza; su dilatación hidrokinética en las aguas muertas y en las grandes mareas; su subsistencia siguiendo a sus furias; su esterilidad en los congelados casquetes circumpolares: ártico y antártico; su importancia climática y comercial; su preponderancia de 3 a 1 sobre la tierra del globo; su indiscutible hegemonía que se extiende por leguas cuadradassobre toda la región por debajo del trópico subecuatorial de Capricornio; la milenaria estabilidad de su fosa primitiva; su lecho fongosoleonado; su capacidad para disolver y mantener en suspensión todas las sustancias solubles incluyendo millones de toneladas de los más preciosos metales; sus lentas erosiones de penínsulas y promontorios tendientes al descenso; sus depósitos de aluvión; su peso, volumen y densidad; su imperturbabilidad en las lagunas y lagos de altitud; sus gradaciones de color en las zonas tórridas, templadas y frías; su vehícular sistema de ramificaciones continentales, cursos de agua que atraviezan lagos, y ríos cuyos cauces crecen por los afluentes en su camino hacia el oceáno, y corrientes transocéanicas; el Gulfstream, corrientes al norte y al sur del ecuador; su violencia en los maremotos, tifones, pozos artesianos, erupciones, torrentes, turbiones, crecientes, trombas, corrientes subterráneas, líneas de división de las aguas, bajantes de las aguas, geisers, cataratas, vorágines, maelstrom, inundaciones, diluvios, lluvias torrenciales; su vasta curva circunterrestre ahorizontal; el misterio de sus saltos, su humedad latente, revelada por instrumentos rabdomantes e higrométricos, evidenciada por la cavidad en el muro de la puerta de Ashton, la saturación del aire, la destilación del rocío; la simplicidad de su composición: dos partes constitutivas de hidrógeno por una parte constitutiva de oxígeno; sus virtudes curativas; la flotabilidad en las aguas del Mar Muerto; su perserverante infiltración en arroyuelos, canales, presas deficientes, vías de agua en los navíos; sus propiedades para limpiar, apagar la sed y el fuego, nutir la vegetación; su infalibilidad de paradigma y parangón; sus metamorfosis en vapor, bruma, nube, lluvia, cellisca, nieve, granizo; su fuerza en los rígidos diques; su variedad de formas en los lagos y las bahías y los golfos y las caletas y los estrechos y las lagunas y los atolones y los archipiélagos y las profundidades y los fiordos y los estuarios y los brazos de mar; su dureza en los graciares, icebergs y témpanos flotantes; su docilidad para el trabajo en las máquinas hidráulicas, las ruedas de molino, las turbinas, los dínamos, las usinas de energía eléctrica, los lavaderos, las curtidurías, los establecimientos textiles; su utilidad en los canales, ríos navegables, diques secos y flotantes; su potencialidad comprobable considerando las mareas o los cursos del agua cayendo de nivel en nivel; su fauna y flora submarinas (anacústica y fotófoba), verdaderos habitantes del globo si no por la importancia por el número; su ubicuidad, ya que ella constituye el 90% del cuerpo humano; lo nocivo de sus flujos lacustres, los pantános pestilentes, el agua descompuesta de los floreros, los chacos estancados en la luna menguante.".

Desde entonces no he vuelto a leerlo, se convirtió para mí en un misterio del cual tengo la sospecha volveré a extraviarme en su laberíntica prosa. Prosa que describe un dia en la vida de Leopold Bloom.

-jm

Inexistencia

Aunque lo creamos con toda la fuerza de nuestra convicción, la verdad es que nunca existimos, al final no habrá nadie que constate nuestros pasos por el universo, somos solo un sueño, una fantasia colectiva...

-jm