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19 de Septiembre de 1985
7:19 horas
Ciudad de México.
No había agua para bañarme, así que regresé a la recámara para vestirme e irme a la UNAM. Tenía examen de álgebra lineal y había que llegar a tiempo. Me estaba abrochando los zapatos cuando, sentí algo extraño, casi podía jurar que el piso se movía, y entonces volteo hacia la ventana y veo el árbol del jardín en un franco vaivén. Benito!, Benito! un movimiento telúrico!… Un movimiento telúrico! Benito despierta y me dice, ¿Un movimiento telúrico? Esta temblando! Y los dos corremos hacia el arco de la puerta. Para mi fue emocionante al principio, nunca había sentido que la tierra se moviera. Pero poco a poco esa emoción se fue diluyendo cuando comenzaron a romperse todos los cristales de la casa, y comenzaba a oirse un ruido, sordo y profundo que invadía todo. Comenzó a agrietarse una esquina de la recámara y entonces sentí un golpe en la cabeza, ví blanco (aquí terminó todo pensé), pero poco después nos incorporábamos descalabrados por el yeso del techo que se había venido abajo. El temblor parecía nunca acabar, y sólo esperábamos que la casa siguiera resistiendo… Después de los tres minutos más largos de mi vida, terminó todo. La casa no colapsó. Salimos a la calle, y no podíamos ver nada, había una nube de polvo y olor a gas, sin embargo lo primero que pensé fue; si mi casa no se cayó, pues no se cayó ninguna. Pero al dejar nuestra calle de Coatepec 11-A y doblar por la calle Tehuantepec en la colonia Roma, vimos abajo un edificio de trece pisos, una torre había caído en medio de Tehuantepec, arriba de las construcciones del metro y la otra torre hacia una agencia de automóviles que daba enfrente de la avenida Cuauhtémoc. No lo quería creer y se me ocurrió que si bien el edificio se había caído, la gente había tenido la oportunidad de salir. De todos modos sin pensarlo nos subimos por los techos aledaños al edificio a ver si podíamos ayudar en algo. En esas primeras horas aun guiamos hacia la salida a personas ilesas, sólo llenas de polvo. Pero poco a poco nos fuimos encontrado
personas entre los escombros, algunas heridas pero todavía con vida que llevamos a la azotea donde otras personas las auxiliaban para llevarlas al hospital. Comenzamos a meternos en los huecos que se formaban para ver si aun encontrábamos a gente viva. En ese ir y venir, sobre una loza había una parte que se sentía blanda, decidimos escarbar y nos encontramos con la espalda de una persona. Seguimos escarbando hasta que le descubrimos todo el torso, entonces comenzamos a escuchar que nos hablaba. Le dijimos que no se preocupara que la íbamos a sacar y mientras unos escarbaban por arriba otros se metían dentro de los escombros donde se podía ver su cara y hombros. Se trataba de una señora embarazada. Sacarla de ahí nos llevó 12 horas, ella se portó con gran valentía, nos ayudó mucho en indicarnos donde escarbar, donde le dolía, qué podíamos intentar. Nos hicimos amigos, a todos nos reconoció por nuestro nombre, comenzamos a rotarnos para que siempre alguien platicara con ella, teníamos miedo de que perdiera el conocimiento. Finalmente salió, y en medio de aplausos en la calle, ella fue bajada en una camilla. Después supimos que ella y su bebé estaban bien. Fue el último sobreviviente del edificio de Tehuantepec 12 en que murió el 97% de sus habitantes. Después de la tía de Norma, sólo sacamos gente muerta, pero cada vez con menos frecuencia, de manera que al final cuando encontrábamos un muerto, la gente de la calle aplaudía y en los rostros de los familiares se borraba la expresión de la zozobra.
20 de Septiembre de 1985
19:13 horas
Ciudad de México.
Vuelve a temblar, Benito y yo nos encontrábamos en medio de los escombros, arrastrándonos entre agujeros que habíamos hecho apuntalándolos con trozos de madera, para ese entonces ya teníamos cascos nuevos que les habían dado a quienes entrabamos al edificio. En medio del pequeño túnel otra vez sentí la sensación de que algo más grande y fuerte me manipulaba, y escuché voces a lo lejos que gritaban: esta temblando! Entonces si sentí miedo, sabía para ese entonces que la gente podía morir y yo me encontraba en el lugar menos apropiado para un nuevo temblor. Como pudimos a gatas nos fuimos arrastrando hacia la salida, y comencé a sentir como me caía escombro, traté de tomar aire, pero lo único que conseguí fue una bocanada de tierra, seguimos arrastrándonos y logramos salir hasta llegar a una azotea. Desde ahí vimos como la gente estaba en medio de la calle paralizada de miedo, unos rezando, otros hincados, pero todos siguiendo el movimiento incierto del gas estacionario que una grúa había quitado de un edificio. En esos momentos se escuchó un estruendo y se comenzó a mover más la tierra, otro edificio de los mutifamiliares Juárez se acabada de caer. A todos nos sacudió otra oleada de miedo y angustia. Terminó de moverse el suelo, y voltee a ver a Benito,
quien tenía la cara llena de sangre, se lo hice notar, y vimos que su casco estaba roto. El me dijo, José Manuel ya no quiero saber nada de esta ciudad, se fue a casa, hizo maletas y se regreso a Villahermosa Tabasco de donde era originario. Yo dure tres semanas más sacando cuerpos de ese y otros edificios, aunque al final sólo intentando pues cada vez era más difícil encontrar a alguien.
Además de la tragedia de tantos muertos, también recuerdo las noches sin luz donde apiñados tratábamos de escuchar las noticias de otros países sobre la Ciudad de México, recuerdo a niños organizando el tráfico, a amas de casa haciendo comida para todos, a gente desprendiéndose de lo que tenía para ayudar a otros, a taxistas y a carros particulares haciéndola de ambulancias, recuerdo mucha solidaridad en esa ciudad que hasta entonces me había parecido fría y agresiva. Veinticinco años después recuerdo esos días en que la gente se abrazó para volver a levantar a la ciudad de México.
-jm
Monday, September 20, 2010
Thursday, September 16, 2010
Reconquista
Para reconquistarte,
te regalaría el susurro del abeto,
el horizonte,
la luna ocultándose en el mar,
la lluvia,
el arrecife más profundo,
la brisa de una cascada,
el aleteo de un colibrí,
la más alta montaña,
una nube de mariposas revoloteando a tu alrededor,
la sensación de tus pies hundiéndose en la suave arena de las dunas,
y un cometa en el cielo mientras cubro tus hombros de la fría noche que se avecina....
-jm
te regalaría el susurro del abeto,
el horizonte,
la luna ocultándose en el mar,
la lluvia,
el arrecife más profundo,
la brisa de una cascada,
el aleteo de un colibrí,
la más alta montaña,
una nube de mariposas revoloteando a tu alrededor,
la sensación de tus pies hundiéndose en la suave arena de las dunas,
y un cometa en el cielo mientras cubro tus hombros de la fría noche que se avecina....
-jm
Friday, September 10, 2010
Recuerdos
Aun recuerdo tu sonrisa que transforma tu rostro en una carita de ángel, que suaviza tu mirada. Recuerdo la sensación única al tocar tus manos, sujetarlas, arroparlas, entrelazar mis dedos con los tuyos y decirte mediante el tacto lo que mis palabras no podían pronunciar. No olvido tampoco tus bromas, la manera en que le quitabas la formalidad a mis poemas, para convertir el viento con que quería llamar tu atención en una suave brisa que acariciaba nuestros rostros. Nunca supimos como comenzamos a comernos a besos, como iniciamos todas las búsquedas en nuestra ansiosa piel, y cómo cada exploración más atrevida, más franca y frontal, surgía de manera espontánea, de forma que aún no logro distinguir el hecho de haberme sumergido en tí para deleitarme con tus sabores más profundos, con el momento en que me atreví a llevarte una rosa a la puerta de tu casa, sólo para ver tus ojos y poder volar todo ese día…
-jm
-jm
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