Wednesday, March 04, 2009

Panchita


Fotografía anónima.


Panchita y yo tuvimos una noche increíble, poco a poco fuimos apagando nuestra angustia, yo con una enorme pena sobre el trato a mis amigos, Panchita con una pena enorme de un origen que jamás mencionó... la ternura de Panchita empezó a moverse al ritmo de la lectura, los dos conmovidos por la sensibilidad de la escritora nos fuimos regalando calma y tranquilidad. Panchita no concebía que la escritora pudiera querer tanto a los gatos, pues siempre ha visto al hombre con una actitud de indiferencia en el mejor de los casos, y de maltrato como regla.

Una luz que recorría los laberintos del humo de un puro, nos daba calor y claridad en medio de una noche fría-húmeda, y era él único testigo de nuestra complicidad. Mientras yo leía, tomaba una cerveza y degustaba mi puro, Panchita estaba encantada con su leche; a cada párrafo y reflexión, nos dabamos apapachos con los ojos y con sonrisas...más tarde, después de aliviarnos el alma, terminamos profundamente dormidos.

Mi relación con Panchita en realidad fue algo intenso y efímero, es uno de esos encuentros fuera de tiempo, sin oportunidad de cambiar el férreo predestino que nos autoimponemos...

¿Qué cómo la conocí?
Iba saliendo del festejo de mi cumpleaños, abatido por el peso que deja el síndrome del anfitrión, meditando sobre las habilidades que se deben desarrollar para salir airante y nadar con calma el embravecido mar de la presión social. El saldo fue negro, además del punzante sentimiento de no haber atendido a nadie como se lo merecía, dos hechos reforzaban esa idea: un albur mal hecho a una de mis amigas más lindas y dulces, y una mentada de madre que me regaló un amigo...

Sobre ese solitario pensamiento estaba, cuando comencé a sentir una diminuta compañía que seguía mis pasos, volteé hacia la sensación y me tope con Panchita vestida de negro, venía siguiéndonos desde hacia media cuadra formando parte del último grupo de amigos que regresabamos a casa.

Enseguida la invité a integrarse, pero mis amigos tenían opiniones contrarias a mis deseos; algunos argumentaban que era muy pequeña y que no iba a vivir bien conmigo, otros más dijeron que iba a hacer de la casa un desmadre!

Decidí regresar a Panchita, para lo cual me acompañó la amiga más contrariada de que Panchita pudiera estar en casa con nosotros. Una vez que nos dimos un adios, mi amiga la amenazó con golpearla si nos volvía a seguir; nos alejamos del lugar y Panchita parecía no seguirnos más; pero cuando avanzamos dos cuadras volví a sentir su tierna presencia; nos percatamos en efecto que Panchita caminaba trigarante con nosotros y ahí comenzó la magia: Panchita empezó a mostrarnos el estuche de monerias que era; con un paso armonioso hacia una... y otra acrobacia; se afiló las uñas en un árbol; saltó sobre los bordes de los jardincitos de la calle con la gracia y firmeza de una gimnasta, y finalmente, después de rodearnos en semicírculo con una actitud de arrogancia, nos dijo ¿Qué les pareció? ¿Me aceptan?

El impacto fue indiscutible, mi amiga, pronunció las palabras esperadas: mmm.. esta bien...que venga con nosotros. La cara de Panchita y la mia brillaron de alegría, sin pensarlo más, tome a Panchita por su espalda y caminamos hacia la casa en medio de la lluvia, el frío y la ilusión.....

Al siguiente dia vinieron las dudas y la tristeza; la conciencia de la realidad llego a mi mente como una tempestad que ahoga todas las ilusiones: no podía seguir con Panchita!.

Olvidaba que eran mis últimos meses en el D.F, estaba por salir a San Francisco sin casa propia y no podía llevarla.
¿Quién la cuidaría?
Se me ocurrió como alternativa llevarla a Zacatecas, pero poco a poco se fueron cayendo las posibilidades; mi Mamá saldría también y dejarla con mi hermano fue otra idea que se desvaneció cuando recorde como mi cuñada había corrido una adopción gatuna de mis sobrinos.
Empecé a sentirme como un canalla; ya estaba pensando regresar a Panchita cuando ella todavía dormía plácidamente en mi cama, sin sospechar su futuro...

....la acabo de dejar, durante todo el camino estuvo llorando sin entender mi actitud, cuando llegamos al lugar donde nos encontramos la primera vez, una pandilla de gatos estaban azorados viendo nuestra despedida; antes de irme traté de asegurarme que ella iba a estar bien preguntándole a un barrendero la situación de los gatitos, él me explico que era una comunidad de gatos que vivían en ese solar desde hace mucho tiempo y la gente les llevaba de comer de vez en cuando,... traté de consolarme con esa respuesta pero todo fue inútil...aun tengo un nudo en la garganta y tuve que escribir este relato.

-jm

4 comments:

deseo y bostezos said...

wow!
que lindo y tierno!
que belleza de fotografia!

jm said...

Rosaura,

Qué bien que te gusto! Gracias mil por tu gentil comentario. ¿A tí te gustan también los minínos verdad?

Saludos
-jm

Iraí. said...

Desgarrador, para mí lo es. Por lo menos tuvieron suerte al encontrarse...

jm said...

Irai,

Ahora Panchita es una Gata Bella de elegante vestido negro, amante de todos los gatos de la Condesa.... ¿Qué cómo lo sé? Unos gatitos de ese barrio me lo confesaron...

Un abrazo
-jm