El erotismo del hombre y la mujer es una hermosa tragedia que se resuelve a besos. Dos mundos tan distantes, tan distintos, pero al mismo tiempo tan cercanos, tan complementaios. Una paradoja constante que pide solución. La mujer con un sentido más fino y elegante, embelesada en los detalles, en el romance, en los aromas, en el ambiente, en el preámbulo, en el vestir. El hombre tan soso, embelesado con el físico, en el contacto de la piel, tan simple, tan predecible, sujeto a la forma, a la posesión inmediata. Pero algo mágico hace que estas diferencias sean las que unan esos polos opuestos, o que cada quien aprenda del otro para regalarse amor mediante la concesión en los placeres del otro, en enriquecer la fantasía para estar con el ser con quien el atardecer es más bello, el ser capaz de hacer revolotear mariposas en el estómago y quien hace posible sentir la vida con la piel.
-jm
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