Cada vez nos internamos más en la Selva. Cada recorrido tiene una misión: comer piñas hasta el escaldo, saborear las pomarrosas, oir aullar los monos zaraguatos, cortar zapotes, comer guanábanas, cosechar anonas, disfrutar carambolos, engullir moras, masticar cocoyochtles, torear Cebús, o pescar camarones en el río. Pero sin duda nuestra misión principal es ir a nadar. Frecuentemente nos ¨hacemos la pinta¨ de la escuela para ir a sentir la fresca agua de los ríos que rodean a Tila Chiapas. Hace poco que llegamos a vivir a Tila y ya sabemos que los ríos son nuestros aliados. Este secreto nos fue revelado por el río ¨grande¨ que crecido y lleno de energía después de una lluvia torrencial, nos permitió atravesarlo a puro manoteo. Este río, que perfectamente tenía presente que no sabíamos nadar, se apiadó al ver nuestras caras de angustia, porque no podíamos volver a casa cuando el sol amenazaba con dejarnos entre el frío, la penumbra y las voces nocturnas de la selva. Después de esto estamos convencidos de tener la libertad de nadar por el río de la misma manera como andamos por la accidentadas veredas de la montaña. Héctor y Oscar mis hermanos, han llevado esto al extremo de proponer que podemos escalar las pequeñas cascadas de los riachuelos, así que mientras intentamos alcanzar la cima hemos aprendido a tomar aire de las burbujas mientras nuestros cuerpos son azotados por chorros asfixiantes de agua. ¨Chember¨ nuestro amigo y guía ha transformado nuestro manoteo en una mejor técnica de nado, así que imitando lo que él hace, hemos aprendido a desplazarnos más rápido, a bucear y a durar más tiempo debajo del agua. Al Tyumbulux lo conocimos tiempo después, sus claras aguas y su imponente profundidad nos deja perplejos. Además de su propia majestuosidad, un aire de magia lo envuelve, la espesa selva que lo guarda como un secreto y los seres mágicos que se aparecen por sus alrededores. Hemos llegado a amar al Tyumbulux y hoy es día de fiesta porque vamos a ir a visitarlo. Quedamos de vernos a las 10 AM, ¨Chember¨ pasará por la escuela primaria ¨Edgar Robledo Santiago¨ y enfrente de mi salón de tercer grado me dará la señal, misma que comunicaré a mi hermano Oscar que va en primer año y a Héctor en el quinto grado. Llevamos hora y media de caminata rumbo al Tyumbulux, lo que nos sirve de preámbulo para aumentar las ganas de arroparnos en sus aguas. Y cuando finalmente ya vamos acercándonos, comienza a hablarnos con su ronca voz y nos indica que vereda de la selva hay que seguir. Entre más nos acercamos, más fuerte es su presencia, hasta que sabemos que estamos frente a él por su estruendosa voz que abarca todo, y entonces lo vemos aparecer entre los pequeños huecos de ese manto verde que lo oculta y lo protege. Por un momento nos quedamos quietos admirándolo, siempre es impresionante escuchar la furia con que recorre la selva. Estando ahí, me dispongo a echarme un clavado para tratar de llegar lo más hondo a sus entrañas, nunca he logrado ver su final. Una vez que me sumerjo comienzo a escuchar su sórdida voz que cada vez cubre más los ruidos del exterior hasta apagarlos. El tiempo se detiene, los movimientos lentos dentro del agua y la materia acuática en que estoy envuelto me transportan a otro sitio, entonces como imágenes en ráfagas, me veo dejando a Tila con mi familia, internándome en minas abandonadas en Concepción del Oro en el semidesierto Zacatecano, tomando clases de ciencias naturales en una secundaria en Jalpa en el Cañón de Juchipila, viviendo en la "Quinta Restaumex" en Saltillo donde curso la prepa, enamorando a una bella joven con poemas de Neruda, me veo en la Universidad en la Ciudad de México estudiando matemáticas y asistiendo a marchas para reclamar la educación gratuita, trabajando enfrente a una computadora, dando clases y escribiendo artículos para revistas especializadas, me veo viajando a Tila en el futuro, anonadado de cómo ha cambiado el pueblo y la gente que conozco, conmovido de que a pesar de los años no nos hemos borrado de la memoria y que nos reconocemos cómplices de un tiempo y un espacio, me veo visitando la casa donde vivo, la casa de mis amigos, a Lalo, a Moises y a Neyzer, visitando la iglesia y al señor de Tila, a Don Lalo y a Doña Yola, a mi escuela, al panteón, subiendo el cerro de las cruz, me veo 35 años más viejo caminando hacia el Tyumbulux y grabando el recorrido con una video-cámara, me veo sumergido en el Tyumbulux y... ya no puedo más, me dirijo hacia la superficie buscando escapar de esa fantasía, me urge tomar aire y volver a la realidad, no puedo esperar más para platicarle a mis hermanos y a ¨Chember¨ la broma que me ha jugado el Tyumbulux, el regreso me parece eterno y cuando al fin emerjo en medio de los cantos de la selva, volteo desesperado hacia todos lados, pero no veo a nadie, solamente distingo en la orilla del río a mi ropa y a una cámara de video.
-jm
10 comments:
Es bonita la vida, pricipalmente para el capitalino, abre la intención de recorrer esos lugares fuera de toda "civilización" y sumergirse en la tranquilidad aunque sea por unos días.
Excelente carnal, de verdad tu relato me hizo recordar aquellos buenos tiempos donde disfrutabamos libremente de la madre naturaleza, espero y en un tiempo no muy lejano podamos juntos (toda la familia)vorver a aquellos lugares.
Un abrazo
Como musicalizado en inglès!!!!... No inventes...
Gracias Carnal guero por habernos hecho recordar los momentos mas felices de nuestra infancia, ojala y podamos remembrar nuevamente esas vivencias con nuestros vastagos, y ojala en el verano del2009 hagamos ese viaje al pasado con la familia, estoy puesto.
No importa el medio sino el momentum
y dejémoslo en el comcepto de la física clásica,
de no haber contado con la pequeña masa de un infante,
el desasosiego e impetú con que se arrojó a su medio,
no se le hubiese permitido atravesar el umbral del tiempo
en un inconsciente instante,
en ese instante subjetivo a nosotros,
como repetir una y otra vez la evolución del hombre,
desde el descubriento del fuego,
de las veredas, brechas, o escalpadas,
hasta la utilización de los patrones que las "hormigas" nos muestran
en la implementación de gráfos que dicten una trayectoria a...
implementaciones nuestras...
Como quiera que fuése, la maravillada mente del niño,
y aquella confusa de hombre han recorrido juntas,
al menos una trayectoria para después en la siguiente iteración
alejarse distancias infinitas de tiempo.
Marisol.
Dice Francis Bacon que "La lectura hace a un hombre completo,
el discurso lo hace dispuesto, y la
escritura lo hace exacto".
Seguramente hay razón en eso. Pero el tránsito selvático, cuando se tuvieron esas andanzas digestivas, está demostrado con la exactitud de tu escritura, nos sintoniza en música de una selva que también se encuentra en el semidesierto que refieres y en los "jales" de Fresnillo.
Sedentarios involuntarios, o por lo menos nómadas resignados al precipicio cardinal de la urbe,tú, desde el acto de contrición que realizas con ese relato y yo, desde la experiencia igualmente expiatoria de la lectura, nos reconocemos sobrevivientes victoriosos y herederos del ímpetu de quienes lucharon en el mítico Mixtón.
Vegeteranios ocasionales en las barras de supermercados y en el bufet de restaurantes, estamos algo lejos, y no solo por treinta y cinco años, sino por infinidad de rumores que no reconocemos en el tumulto de las horas pico, nos resistimos a claudicar ante el smog y sobrevivimos amparados con la terquedad de la memoria.
Gracias por esa postal retórica que nos compartes, gracias por esa resurrección de la infancia que no todos tuvieron oportunidad de vivir, pero que hoy se reconocen en tus palabras.
De verdad que el rumor de tus recuerdos florece como el cauce del Tyumbulux que te dejó cruzar a manotazos su caudal.
Acepto el reto para dejar de nadar de a muertito en las promesas fluviales que recorren la selva menos luminosa de esta ciudad contradictoria.
Un abrazo.
Juan Manuel
Dice Francis Bacon que "La lectura hace a un hombre completo,
el discurso lo hace dispuesto, y la
escritura lo hace exacto".
Seguramente hay razón en eso. Pero el tránsito selvático, cuando se tuvieron esas andanzas digestivas, está demostrado con la exactitud de tu escritura, nos sintoniza en música de una selva que también se encuentra en el semidesierto que refieres y en los "jales" de Fresnillo.
Sedentarios involuntarios, o por lo menos nómadas resignados al precipicio cardinal de la urbe,tú, desde el acto de contrición que realizas con ese relato y yo, desde la experiencia igualmente expiatoria de la lectura, nos reconocemos sobrevivientes victoriosos y herederos del ímpetu de quienes lucharon en el mítico Mixtón.
Vegeteranios ocasionales en las barras de supermercados y bufet de restaurantes, estamos algo lejos, y no por treinta y cinco años, sino por infinidad de rumores que no reconocemos en el tumulto de las horas pico, nos resistimos a claudicar ante el smog y sobrevivimos amparados con la terquedad de la memoria.
Gracias por esa postal retórica que nos compartes, gracias por esa resurrección de la infancia que no todos tuvieron oportunidad de vivir, pero que hoy se reconocen en tus palabras.
De verdad que el rumor de tus recuerdos florece como cauce el Tyumbulux que te dejó cruzar a manotazos su caudal.
Acepto el reto para dejar de nadar de a muertito en las promesas fluviales que recorren esta otra selva menos luminosa de esta ciudad contradictoria.
Un abrazo.
Juan Manuel
Me gusto mucho tu relato. Envidié esos paseos.
Saludos y felicidades,
f
Alejandro, Oscar, Hector, Ana, Marisol, Bonilla y Felipe,
Gracias por visitar el blog y dejar tan motivadores comentarios.
Un abrazo
-jm
Post a Comment