Fotografía: jm
Ella lo estaba esperando, como lo esperaba todas las tardes de los jueves, en los que la visitaba para llenar su cuerpo de caricias, caminar lentamente por cada poro de su piel. Un cigarrillo era el cronómetro que media el último lapso de tiempo para que él tocara la puerta. Ella se disponía a disfrutar su cigarrillo como preámbulo del otro placer que vendría a continuación, ambos distintos pero que la llevaban a poner en comunión las dos partes que la conformaban, el cigarrillo con los juegos del humo llenaban su alma de reflexión, del pensamiento que acaricia a la inteligencia y el contacto con su amante le llenaba la carne de las sensaciones que la hacían sentirse viva.
(Ideas para el proyecto ¨Mujer, humo y erotismo¨-15-)
-jm
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