Tuesday, July 17, 2012
Amor en los tiempos del facebook (Relato I, parte III y última)
El humo danzaba sobre el espacio de la habitación como queriendo recorrer todas sus coordenadas dejando en cada punto su huella efímera. Las volutas seguían formas de una regularidad extraña en medio de un baile caótico. Nadie podía adivinar el siguiente paso. Y bajo ese ambiente de textura mate la magia del encuentro se hacía más misterioso.
El sentía que el humo seguía al ritmo de ese sensual de timbre de voz. Y por cada palabra que ella pronunciaba un cosquilleo recorría su columna, hasta perderse suavemente en medio de todo. Ella quería adivinar el misterio de ese hombre que ocultaba su mirada en la sombra de su sombrero. Le encantaba ver como fumaba su pipa y hablaba humo por la boca. se estaban descubriendo y cada uno trataba de ver al otro sin ser percibido, aunque cada quién se dio cuenta que era observado, no se lo hicieron notar para tener el primer vínculo de complicidad. Pedro trató de ser lo más discreto que pudo pero sus ojos varias veces terminaron admirando esos dos paraísos redondos que Gisela apenas tenía ajustados por pequeños botones que parecía no iban a poder durante mucho tiempo con el encargo. Y tampoco pudo evitar ver solo de reojo esas caderas manzana partida a la mitad, que Gisela movía armoniosamente con el compás lento de sus pasos mientras se dirigía al baño. Ella estaba fascinada por ser admirada, pero sobre todo, porque fuera de una manera sutil. Saber que Pedro luchaba contra sus niveles altos de testosterona dominándolos para ofrecerle el trato de una dama, hacían que Gisela comenzara a derretirse poco a poco.
Viendo la cadencia de Gisela, Pedro comenzó a imaginarse como sería bailar con esa chica, cuya voluptuosidad eclipsaba los poemas que estaba a punto de decirle. Porque, que palabras pueden describir con mas precisión la belleza de un cuerpo que el mismo cuerpo, o el movimiento mágico de las caderas que su propio movimiento y la majestuosidad de esos senos, que el contemplar en vivo como retaban la fuerza de gravedad.
Así que se animó a invitarla a bailar y cerrando los ojos y guiándose por la música comenzó a sentir como su pareja se movía al unisono con él, formando un solo cuerpo que obedecía los ritmos sensuales de la Bachata. Sorprendidos por la coincidencia se sonrieron, comenzando a deleitarse con las miradas, los olores, el movimiento y las imágenes en Flash back que vienen de la pareja con quien se baila.
Ambos dejaron de sentir el piso, de saber donde se encontraban, lo único que percibían eran sus rostros relajados y la música. Poco a poco caían al abismo de las sensaciones, acercándose lenta pero irremediablemente al punto del no retorno, donde lo que se desea es terminar la experiencia sin importar como se llego ahi, ni porque es tan condenable, y es que algo tan sublime no puede ser tan malo, y si lo es, no importa, es tan grandioso que vale la pena ser cobijado por esa sensación al menos una vez en la vida.
No supieron en que momento paso porque nunca dejaron de bailar, pero se encontraban ya completamente desnudos arropándose con la piel del otro. Se prodigaban besos por todas partes, explorando mutuamente sus partes más sensibles, animados por el deseo y la retroalimentación infinita de la excitación mutua por la excitación del otro. Pedro entonces probo hundirse en medio de esos dos hemisferios perfectos de una simetría que envidiaba la misma proporción áurea, su lengua acaricio lo mas bajo del abismo de estas dos montañas y en eso punto Gisela, no pudo más, le llevó sus manos para que estas tomaran de lleno las otras dos protuberancias redondas de su mágica geografía. Ella quería sentir como Pedro se llenaba las manos con sus enormes nalgas, acariciando de manera indirecta, el centro de sus sensaciones. Sintiendo toda su orografía cubierta plenamente de caricias desecho cualquier pudor y le pidió a Pedro que no prolongaran más el preámbulo, que fundieran sus cuerpos en uno solo.
Las calles eran bañadas a plenitud con la luz plata de la luna, mientras el silbato del sereno, daba calma a la ciudad. Los charcos reflejaban el satélite que fielmente seguia al planeta, dando nueva matiz a la luz que salía del agua. Era una noche apacible, donde los susurros nocturnos, orquestaban la intimidad de los cuerpos que deseaban estar cerca. Pedro la tomó del talle y la condujo a sus aposentos, no se imaginaría que en el transcurso de viaje las formas de su diosa serían bañadas de plata, cuando pasaran por el patio hacia la recámara. Pedro la detuvo por unos segundos quería admirar la bellas formas que la naturaleza había dado a las mujeres, y de las cuales Gisela era una digna representante. Sus ganas aumentaron y entonces, entraron a la recámara donde comenzaría la caricia más íntima seguida del diálogo del placer donde ella le describía de que manera la estaba llevando al paraíso, gimiendo sus aciertos y con ello sugiriendo que rutas seguir, que atajos tomar, el ritmo y la velocidad. Ambos llegaron a la Petit morte, el punto donde las fuerzas los abandonaron en medio de los espasmos y reacciones que salen del control de la mente. Al final de esta experiencia una calma los arropó mientras tiernamente contemplaban sus cuerpos regalándose caricias tiernas de paz y agradecimiento.
Esa misma noche la luna seguiría haciéndole el amor a la tierra con sus beso de plata y daría luz a esa pareja que se había regalado unos momentos de felicidad y que ahora se dirigía a un sitio de taxis, cuando llegan al lugar al momento de despedirse, Gisela le comenta que tuvo una noche maravillosa, que todo fue tan mágico que ha decidido no volver a verlo, pues teme enamorares y enamorarse duele y duele mucho. Sin darle tiempo de replica a Pedro, Gisela le da un beso apasionado de despedida y se sube a taxi. Al día siguiente Pedro la busca dentro de sus contactos de FB, pero Gisela no se encuentra más ahí, se ha dado de baja.
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