Tuesday, July 17, 2012

Rosemary Olson Schafer




Mamá e hijo llegan desolados a la Quinta después de buscar por un lado y otro, sin encontrar opciones. El chico quiere estudiar pero no hay dinero para pagar sus estudios. Trabajar y estudiar es una opción siempre y cuando en primer lugar encuentre empleo, y en segundo lugar que los horarios del trabajo no interfieran con los de la escuela. Un gran amigo les platicó de la Quinta y ahí estan atentos esperando que se prenda la lucesita verde que indicará que pueden entrar a la entrevista con Rosemary. Finalmente la luz se enciende y cuando abren la puerta los recibe el siguiente rostro:



Rosemary
Tu sonrisa disipa los temores
 Tu sonrisa que arma de valor para desafiar al mundo
 Tu sonrisa de sosiego apacible lugar en medio de este mar embravecido
 Tu mirada de esperanza
 Tu sonrisa que regala certidumbres,
 tu sonrisa que rehace mis anhelos¡...

 Somos unos seres privilegiados, tuvimos la fortuna de conocer a Rosemary y con ello estar cobijados del amor que ella siempre dió a todos los que la rodeaban. Rosemary tuvo la bondad de compartirnos su paraíso (La Quinta¡), un hermoso lugar donde vivir y ganar nuestra manutención mientras estudiábamos. Nos regaló el placer de vivir en un lugar de ensueño. La Quinta con sus jardines, sus huertos, su arroyo, su verde sombra de nogal, su espléndida extensión. Y en esa casa no ofreció el reto de injertar los nogales y obtener nueces más finas, la magia de sembrar peces, el sueño de convertir la Quinta en un lugar autosuficiente, el placer de disfrutar las noches estrelladas en fogatas solidarias. Nos regaló su gran vista a la ciudad. Nos enseño que si queremos comer hay que sembrar, no como un discurso filosófico de la vida, sino como un acto cotidiano, eso lo hacíamos en la Quinta todos los días, sembrando y cosechando en sus variadas melgas. Aprendimos también a construir, a crear los estanques, a mantener nuestras habitaciones, a asear nuestro espacio, aprendimos que el trabajo es digno. Y lo mejor de todo es que no nos lo enseño con discursos ni sermones, fue con su ejemplo, con la congruencia de sus acciones. Rosemary nos enseño a compartir, a tener comidas y cenas con 40 hermanos. A ser humildes, Rosemary comía lo que todos, entre todos nosotros. Como dije antes Mami tuvo la bondad de compartirnos su paraíso pero sobre todo nos dió un hogar. La mayoría que veníamos de nuestras pequeñas comunidades, enfrentábamos además de la carencia económica, a la soledad, y Rosemary con el cobijo de toda la solidaridad que se establecía en la Quinta, nos ayudó a sortear todo esto. Y una vez resguardados por ese amor, comenzamos a soñar, a sentir que si era posible pensar en un mejor futuro. Y en noches de reflexión en nuestras respectivas habitaciones, admirando la luna que se filtraba entre los árboles, nuestra mente volaba hacia todas las posibilidades. Alimentados de amor, Mamy nos enseño a ser solidarios, a ver a nuestros pares como hermanos, a recibir a los recién llegados y brindarles el apoyo para que rápidamente se integraran. El Centro Estudiantil Restaumex era una gran familia de estudiantes, venidos de distintas partes, que armonizaban con un sueño común. Una familia que festejaba el cumpleaños de cada uno de sus miembros, con una canción que sería el equivalente de las mañanitas que se canta en el país, una manera propia de apapacharnos en nuestros respectivos aniversarios. La Quinta nos dió identidad en la comunidad estudiantil de Saltillo, recuerdo cuando en las fiestas a que íbamos decían, dejénlos entrar, son los chicos de la Quinta; y claro estábamos orgullosos de pertenecer a esa gran familia y ser valorados positivamente. El Centro Estudiantil Restaumex además de ser un lugar lleno de amor, se trataba de una gran organización, se sentía que una gran inteligencia lo había concebido, aun recuerdo por ejemplo el código de morse con que se nos llamaba a cada uno, la distribución precisa de las sábanas y cobijas de cada estudiante, las actividades que teníamos que realizar bajo el nombre de ¨medias hora¨, recuerdo a la jornada laboral, que representaba una actividad a veces simbólica para prepararnos cuando salieramos a ganarnos la vida. Durante 31 años la Quinta apoyó y dió esperanzas a estudiantes de bajos recursos, y gracias a ello, cientos de nosotros nos convertimos en profesionistas. El proyecto de Bob y Rosemary, llevado al final por Mami, dió felicidad no sólo a nosotros sino a nuestros padres y en muchos casos llevó felicidad a nuestros descendientes. ¿Cómo cuantificar todo el bien que Rosemary hizo a tantos? Simplemente es imposible¡ Y entonces no deja uno de maravillarse como una sola vida es capaz de hacer feliz a cientos¡ Y comienza uno a cuestionarse el objetivo de la vida, de la estancia temporal por estos parajes, y mientras pienso en ello cada vez estoy más convencido que Rosemary, es quien ha estado más cerca de su real significado¡ Rosemary además de un ser amoroso, era una persona con mucho talento, una académica e investigadora con una capacidad de trabajo impresionante. La Quinta era uno de los muchos proyectos en que estaba involucrada. Por una misteriosa propiedad de ubicuidad que poseía, muchas de estos proyectos los realizó en paralelo. Rosemary dió clases de música, publicó revistas, hizo obras musicales en teatro, ella y Bob fueron fundadores del Instituto Mexico-Norteamericano de Relaciones Culturales, dió clases de inglés, dirigió clubes, fue directora del Coro del Ballet Folklórico del CRIA y el Ballet Folklórico de Coahuila, entre muchos otros proyectos. Hablar de manera detallada sobre estos proyectos se convierte en un reto inabarcable. Sin embargo pesar de esa limitante quiero hablar un poco de uno de los últimos proyectos que la mantuvo ocupada. La música tiene el poder de influir en las emociones humanas como no pueden hacerlo otras formas de complejidad organizada. La música puede transportarnos a otro tiempo, a otros sitios, puede llenarnos de alegría, de nostalgia, revitaliza nuestro pensamiento, aumenta nuestras capacidades congitivas, hace que vivamos más intensamente todo. Uno de los sueños de Rosemary era proveer de educación musical a los niños de México. ¿Pero como enseñar música a niños que no tenían dinero para comprar algún instrumento musical? Rosemary apoyada de teóricos europeos, daba respuesta a esto, sería la voz el instrumento fundamental con que se enseñaría música a los niños. Así que bajo esta idea en su mente, se dedicó a rescatar la música popular Mexicana (y del mundo) escudriñando la biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México y a la Biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma de México, en largas jornadas de 12 horas diarias. En un esfuerzo de investigación y creatividad, Rosemary pudo crear ella sola, lo que suelen generar instituciones completas, Rosemary dió vida a los libros de texto de música del primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto año de primaria. Y a las partes complementarios del primer y segundo grado, tercer y cuarto grado y de quinto y sexto grado. Esta es una de las herencias intelectuales que le legó a los niños de México llamado: ¨Hagámos Música¨. Entonces: ¿Cómo agradecer a quien dió tanto a tantos, sin pedir nada a cambio? Rosemary, Con lo que respecta a los hijos que tuviste durante muchas generaciones en la Quinta, además de agradecerte el que nos hayas protegido y dado amor, queremos agradecerte por darnos darnos confianza y convencernos de que podíamos alcanzar nuestros propios sueños.
Muchas gracias.
 -jm

2 comments:

RitaElena said...

Gracias. Abrazos.

JUANITA GARZA said...

Y la huella que ha dejado es imborrable, en los corazones de los que pasamos por esa Quinta.