No podía creer que ella estuviera ahí conmigo, cuando pidió un minuto para ir al baño, yo me quede viendo el movimiento del humo de su cigarrillo, tratando de saber más de ella a través de sus caprichosas formas. Desde que llegue al Bar no pude evitar dejar de verla pero no me atreví abordarla, lo único que acerté hacer fue contemplar sus pasos, llenar mis ojos de su silueta para recrear mis sueños, admirar la elegancia con que fumaba sus cigarrillos como si el rito del humo hubiera sido creado para ella. No pude más y me acerque, le ofrecí un cigarrillo, lo aceptó con una sonrisa, se lo encendí, y entonces después de esa bocanada, supe que iba a poder compartir las noches estrelladas, los atardeceres rojos, y mis textos locos con ella,…
-jm
(Ideas para el proyecto ¨Mujer, humo y erotismo¨-12-)
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